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Delirios surrealistas

Delirios surrealistas

domingo, 27 de enero de 2008

Aquí llega una nueva entrega de la Ruta del viajero


Como ya es costumbre en este espacio, os muestro una recopilación de las mejores guías de viaje y de los mejores relatos en primera persona contados por los mismos intrépidos aventureros, ésta es la forma más aproximada de experimentar las mil sensaciones vividas por estos, en primera persona.


Este viajero nos regala esta fenomenal puesta de sol tomada en las islas Canarias. No nos especifica el lugar exacto en que fue tomado este mágico segundo de la historia donde los colores anaranjados del ocaso se funden en una maravillosa puesta en escena.
Nos dice, JrGMontero, que al ver pasar esa pareja que aparece en escena pensó que le iban a fastidiar la foto. Todo lo contrario, la pareja ayudó a crear una sensación única integrándose a la perfección a esta bella composición. Sin duda, como él dice, se convirtieron en cómplices para conseguir una bellísima puesta de sol y de esta forma podéis observar la belleza que penetró mi mirada.


Magia cubana

Esta semana nos vamos a Cuba gracias a la foto que nos enseña esta viajera en el Diario del Viajero. Esta instantánea, tomada en la plaza de La Havana, muestra una felicidad encomiable.
Nos dice Ladyapril que en su viaje a Cuba no le faltó de nada; el agua bendita, las monedas, el puro, los collares, los videntes, una compañía inigualable, las flores, los amuletos, las palabras, el perfume, el blanco pureza y, cómo no, los dólares.
Tengo a Cuba como destino pendiente para mis viajes. No puedo perdérmela y espero que visite la isla antes de que el amigo Fidel se nos vaya. Porque es bien sabido, para bien o para mal, el día que Fidel nos deje, Cuba ya no va a ser la misma.



La costa de Essaouria en Marruecos
Uno puede pasar el diciembre en alguna playa remota cambiando simplemente de hemisferio o bien quedarse en casa y andar con la chaqueta y la estufa a cuestas. Si te encuentras en el segundo grupo siempre puedes consolarte con algún recuerdo veraniego para aferrarte más al propósito de montar tus próximas vacaciones.
Del grupo Flickr de Diario del Viajero rescatamos esta bella fotografía tomada por CoventGarden en la costa de Essaouria.
Nada como un buen tajine en la costa marroquí, un té verde y contemplar las olas ir y venir mientras las alas de las gaviotas susurran silencio sobre nuestras cabezas. Sin duda, un buen método para olvidarnos del frío invierno por un rato.



Una viajera en la India: Delhi y final del viaje

Me quedan ocho horas en este hermoso país y aquí estoy al pie del teclado para que no se diga.
Despues de diez horas en un autobús pur una carretera en obras y dos días durmiendo en trenes que parecían estercoleros conseguí llegar a Delhi. Mereció la pena el esfuerzo, más que nada porque esta ciudad ha conseguido que esté deseando volver a España.
Que conste que reconozco mis defectos -y se que tengo muchos vicios- pero el de respirar de vez en cuando no creo que lo vaya a dejar, y como Delhi es la ciudad más contaminada del mundo se hace un poco difícil realizar este acto vital. Sí; han adelantado a Méjico DF, aunque no me extraña con el empeño que le ponen.

Otra mala costumbre que me he traido del Mundo Occidental, -que si lees la prensa de aquí parece ser la fuente de todos los males- es ser tratada como un ser humano, y como ya he tratado el tema os lo resumo con una perla que me soltó un estudiante en Ingenieria Informática -para que luego digan de la LOGSE-: "Viajas con el permiso de tus guardianes?"
Nene, en mi país los guardianes los tienen las fieras en los zoológicos, y aquí en Delhi deberían tenerlos los hombres y que los sacaran a la calle con correa y bozal, porque vaya panda.
Que yo entiendo que estén desesperados; entre que llevan tantos años matando a niñas recién nacidas -que en verdad faltan mujeres en este país- y a las otras las tienen bajo llave, deberían darles un curso acelerado en márketing, que no se puede atosigar, si es que aunque venga alguno guapo a echar la zarpa ya estoy en modo get lost, y así no hay manera.



Cabalgando por el Rajastán

Me encuentro en Rajasthán, en Udaipur para ser exactos –allí donde rodaron la escena de Octopussy del hotel en el lago- y como estaba un poco harta de ver vacas y de "Entra en mi tienda - sólo mirar" pues me he ido a montar a caballo, aprovechando que tienen una raza de purasangres que criaban los mismos Maharajas.
Tampoco hacía falta que se esmeraran mucho en el adiestramiento porque la verdad, cuando se pone el bicho al galope parece un avión despegando -sí, estoy viva para escribir esto de casualidad, va a ser que tengo buena suerte-.
Así que estaba allí subida al caballo en un escenario bellísimo. Remontando el curso seco de un río, entre la tierra ocre salpicada de árboles, galopando por las colinas, con un valle que se abría en un lago cubierto de flores de loto y a lo lejos montañas de tierra desnuda; un paisaje sobrecogedor. Y con esta profundidad de espíritu que me estoy descubriendo, me digo a mí misma: Parece un anuncio de Marlboro.

Si es que a falta de otras distracciones me he puesto en plan amazona. Mañana me voy a montar en bici y hace un par de días me fui a montar a camello y a pasar la noche en el desierto.
Ya sé que es la turistada, ¿pero cuál es el problema? Ya noto cómo me crece la lana, pero mira; ¿para qué gastar neuronas pudiendo seguir al rebaño? Desde Varanasi, me he enganchado a la Ruta de los Turistas: pasando por Kakhurajo, visitando el Taj Mahal en Agra y ahora en Rajasthán.




Los templos de Kahurajo

En Kahurajo se hallan los restos arqueológicos de 85 templos -25 en buen estado- cuya construcción se remonta a los siglos X y XII. Todavía los estudiosos tratan de hallar un significado a muchos de los maravillosos relieves que se pueden contemplar en los templos pero la mayoría de ellos están bien claros por su contenido explícito y evidente.
Según la guía que te encasquetan al comprar la entrada, el complejo de templos y templos que se disemina por todo este enorme espacio es "Un homenaje a la mujer".

Los relieves son de una exquisitez que te hace preguntarte hacia donde va la humanidad, porque hace dos mil años esta gente era capaz de coger un bloque de piedra y esculpirlo hasta que casi parece que se van a poner a hablar, y hoy en día... vamos, hacen cosas que se rompen con solo mirarlas -aunque bien mirado también tiene su mérito-.


Y el homenaje a la mujer que hicieron los hindúes del siglo X en Kahurajo, pues a ver: fregando no las van a representar que no tiene glamour. Así que, ¿para qué otra cosa servimos? Pues eso, estos son los famosos templos con señoritas bailando desnudas y en general alegrando a grupos de caballeros.


Visita al Taj Mahal

Me fui a Agra, por supuesto. Para ver -señores y señoras, poneos ahora todos en pie- el Taj Mahal. Sí, amigos, ahora ya me puedo ir de la India con la cabeza bien alta; por fin lo he visto. Y que queréis que os diga...

Se os va a comer la envidia, pues sin duda es mucho más bonito que en las fotos. Es verdad que te sangran quince euros por la entrada, te registran y te cachean, y encima te dan un susto porque a las mujeres nos hacen pasar por detrás de un biombo y te dices: "¿pero por donde me van a mirar estos?" Aunque solamente es porque hay señoras musulmanas y claro, a ver si les van a ver la cara y las dejan embarazadas, o ¡vete a saber tú!


Pero bien merece la pena aguantar eso, y más, para ver este monumento al absurdo: el rey que lo hizo construir tenía esposas y concubinas -vaya palabra para algo tan humillante- como quien tiene un rebaño de vacas o una jauría de perros exóticos, pero a una en particular la quiso tanto como para construirle este palacio de puro mármol a su recuerdo. Está decorado con piedra de colores incrustada en el mismo mármol formando flores y caligrafía y de lejos parece que las flores de verdad hubiesen nacido dentro de los muros.

Dentro, una sala guarda el ataúd de la princesa, minúsculo y en la misma piedra blanca, como una crisálida que hubiera brotado del suelo. Es verdaderamente conmovedor, como supongo que tendría que ser cualquier mausoleo.
Mirándolo desde lo alto del jardín casi puedes sentir el dolor del rey al verlo y recordar a su princesa muerta. Una auténtica maravilla.



Anécdotas de una mujer viajando sola


Aquí en la India por el simple hecho de ser guiri te conviertes en un concursante de Gran Hermano: te miran, te piden que te saques fotos con ellos, te gritan Hello o What is your name para que contestes como se le pide a un perro que dé la pata -viendo la gracia que les hace-. Qué le vamos a hacer: ¡Alegría, que para eso estamos en el Tercer Mundo!


Pero si además tienes dos tetas, bueno... Yo no sé; igual con la contaminación que hay aquí emiten radiaciones o algo que les afecta al cerebro, o igual es por el hecho que las mujeres están siempre entre los muros de la casa y por eso se les olvida que nuestra especie también tiene hembras. En estas últimas semanas me han sobado, silbado, pellizcado, seguido, soltado barbaridades en lenguas diversas, tratado en general como si fuera invisible y/o subnormal -esto ha debido de ser porque iba viajando con dos chicos…-


Y yo soportando, que ya sabemos que me gusta sufrir, pero claro, este país es un circo y siempre hay un más difícil todavía; y ese fue un día que me monté en un tren que estaba lleno se soldados Sikhs. A mi, en general, la gente de países pobres en uniforme de combate como que me dan mal rollo. Soy así de racista, y si además están bebiendo whiskazo como era el caso y sacándose las botas y los turbantes, pues como que más. Y encima si el vagón entero se te queda mirando como si se te fueran a comer, porque de verdad, aquello no era ni lujuria, era mirada de "yo me pido las costillas que son mas sabrosas"...



La India y Varanasí

De Bodhgaya decidí partir en dirección a Varanasi. Así que me compré un billete en un tren que salía a las cinco de la mañana.... Como soy así de tonta, me levanto a las cuatro para estar a tiempo y, claro, ¿a qué hora salio el tren? ¡Pues, a las diez y media! Llegamos a Varanasi a las mil y pico, más o menos, y digo llegamos porque en el camino conocí a una chica holandesa, y como las desgracias unen, para cuando el rickshaw de turno nos dejo en el hotel -en el que le dio a él la gana, para que nos va a llevar al que le hemos dicho- ya eramos amigas íntimas.
Como estábamos en Varanasi, la ciudad santa donde viene la gente a morir, bañada por el río sagrado para la religión más antigua del mundo, nos dijimos, habrá que aprovechar: Así que nos fuimos de shopping feroz por todas las tiendas de la ciudad a comprar collares y pijadas varias. Nos fuimos a que nos dieran un masaje con aceite y hierbas medicinales -cuando acaban estás esperando que te pongan una manzana en la boca y te metan en el horno, porque hueles como una pierna de cordero, pero dios !qué maravilla!- y nos paseamos por los ghats -que son escaleras que bajan al Ganges- aprovechando que los chicos se bañan en tanga.

Aunque hubo un momento en que pensé tirarme al Ganges, cuando la holandesa dijo en medio de un grupo de indios que estaban dando la brasa, "Me encanta la ropa interior que lleváis aquí". Pero no paso nada, yo creo que están tan reprimidos que no procesaron la información, los pobres.


A todo esto, Varanasi es, al fin, una ciudad preciosa, un laberinto de callejuelas estrechas que desembocan en una mezcla de templos y palacios medio en ruinas mirando al Ganges, y en la otra orilla, nada, arena y árboles y algún búfalo. El ultimo día me quedé sola, y cuando me iba ya a la estación de tren, empezó a salir gente camino al río, músicos tocado tambores y trompetas y mujeres vestidas de fiesta en saris de colores llevando cestas con fruta, incienso y flores. Así que digo: habrá que ir.



Y la última parada del viaje de esta sección será Bodhgaya en la India también.


Me ha costado treinta y siete días, seis mil kilómetros sufriendo en trenes y buses como si los hubiera hecho de rodillas y me han picado tantos bichos como para hacer un manual de entomología, pero ya puedo decirlo -dejadme que coja aire-:Todos los flipados que se van a la India y vuelven diciendo que es un país maravilloso tienen razón. ¡India (la) se sale por todos lados!
La última vez nos habíamos quedado en que salí de Calcuta rumbo a Bodhagaya, lugar donde el Buda despertó (entendámonos, no de resaca después de una juerga, si no a la realidad ultima del Nirvana), planteándome seriamente mi futuro vital.

Más en concreto, pensando para amortizar este viaje cuando vuelva a España me voy a dedicar a jugar al poker. Si es que un paseo de diez minutos es mejor que diez inyecciones de botox. Cada dos pasos alguien te pregunta si quieres entrar en mi tienda / ir a un templo a ver una ceremonia / venir a fumar charas con mis amigos / comprar una edición del kamasutra / subir a mi cuarto a que te enseñe una cosa que tengo (juro que esto último me lo han dicho). Y yo con mi sonrisa de lavarme los dientes con Prozac, 'No thank you", sin mover un músculo. El día que tenga una escalera de color, ni pestañeo, vamos.

Bodhgaya, para que lo sepáis, está en el estado más pobre de la India, pero tiene un gran riqueza en forma de moscas y mierda, aparte de ser una especie de pasarela Cibeles del budismo, desde monjes zen japoneses que parecen salidos de Matrix a monjes tailandeses vestidos como hace 2500 años.
En próximas ediciones os haremos partícipes de nuevas rutas viajeras, con fotos, experiencias de primera mano y muchos más detalles interesantísimos.

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